La sexualidad sana está compuesta por 3 elementos:
– La aptitud para disfrutar de la actividad sexual y reproductiva, y para regularla de conformidad con una ética personal y social.
– La ausencia de temores, de sentimientos de vergüenza y culpabilidad, de creencias infundadas y de otros factores psicológicos que inhiban la reacción sexual o perturben las relaciones sexuales.
– La ausencia de trastornos orgánicos, de enfermedades o deficiencias que entorpezcan la actividad sexual y reproductiva.
Las disfunciones sexuales pueden aparecer en cualquier etapa de la vida, ya sea al comienzo de la vida sexual, o posteriormente. Pueden desarrollarse de forma paulatina o aparecer súbitamente, pudiendo llegar a incapacitar total o parcialmente a la persona en alguna de las fases de la relación sexual.